CAMELOT

Todo cuanto rodea al Rey Arturo, los Caballeros de la Tabla Redonda, la Magia de Avalon, el ideal de paz y concordia del Legado de la Diosa, los seres del Otro Mundo, Merlín…. ha llegado hasta nuestros días envuelto en un halo de misterio y fantasía.

Los historiadores no tienen referencias para dar por verdadera su existencia. No hay referencias más allá del mito y la leyenda. Sin embargo, cuando historias como la de Arturo, Merlín, Morgana, las Hadas…. está tan extendida en el folclore celta, en sus mitos y leyendas, no debe ser por casualidad. Eran épocas en las que lo que ahora llamamos magia y fantasía, era realidad cotidiana.

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Ni si quiera se sabe si Camelot fue un lugar físico que existió físicamente. Sin embargo, lo cierto es que cuando llegas al lugar donde se cree que alguna vez pudo estar esta maravillosa fortaleza, un castillo sobre una pequeña colina, descrito como sobrenatural porque todo él estaba recubierto de oro y se divisaba desde la lejanía, el corazón de cada peregrino que camina por las Antiguas Tierras de la Diosa Blanca, siente un regocijo, una sensación de estar en Tierra Sagrada.

Allí, en el enclave, no queda ni una sola piedra. Se dice que los campesinos del lugar fueron llevándose una a una todo lo que allí tenia consistencia material, todas las piedras y enseres, y, lo que un día fue el castillo de Camelot, hoy en día forma parte de casas, cobertizos y recuerdos sin memoria de lo que un día fue un proyecto de paz, un emblema de concordia.

Allí, cada año, grupo tras grupo de peregrinos, realizamos el ritual por la paz. Y, en sus cercanías, en los minúsculos bosquecillos de magníficos árboles, al abrigo de su silencio mágico, realizamos rituales celtas antiguos, ya olvidados por los tiempos modernos. Rituales que nos conectan con el corazón de Arturo y de sus caballeros y sacerdotisas, arraigando en nuestros propósitos ser mensajeros de paz y de concordia en nuestras vidas.

La magia sigue flotando en el aire. Y, si cerramos los ojos y permitimos que sea nuestro corazón quien nos hable de la verdad del lugar, sentimos que es un lugar donde el propósito de Arturo quedo anclado más allá de la lógica y de la historia.

Se dice que Arturo poseía un valiente corazón tan poderoso como el de un león, y una pureza de intención tan valiosa como la de un unicornio. El emblema de Inglaterra, que está en su bandera, es precisamente un león y un unicornio.

En este lugar, incluso a través de las imágenes que acompañan este escrito, la magia artúrica sigue flotando en el aire.

©Nina Llinares