CRISTALES DE SANACIÓN, EL REGALO DEL REINO MINERAL

Transparentes o de colores, brillantes y luminosos, grandes o diminutos, pero todos ellos atractivos para nuestra mirada y especiales para nuestro corazón.

Y cada vez más, más personas incluyen en sus vidas, en sus casas, en su indumentaria, en sus meditaciones, en sus mesas de trabajo, o como especiales objetos de regalo a estos seres cristalinos, los minerales.

Y cada vez más se va quedando desfasada la idea que en algún momento a todos nos dijeron en el colegio, en la clase de ciencias naturales, que los minerales eran materia inerte. Ya sabemos que no, sabemos que están vivos, vibran, emiten una energía especialmente armoniosa, constante, sutil.

Nos sentimos atraídos por ellos y notamos su beneficiosa influencia; nos ayudan de muchas maneras, con su presencia, con su tacto, al mirarlos, al sostenerlos, al situarlos debajo de la almohada, en el vaso de agua que bebemos por las mañanas, sobre el pecho al relajarnos o meditar… No sólo nos adornan y embellecen nuestra vida.

Si, son las joyas que nos regala nuestra madre Tierra.

Y además, son una de las medicinas más antiguas, más poderosas y más inofensivas a la vez, ya que ningún mineral considerado de sanación nos da nada que no sea nuestro.

Este es su secreto; en un mundo donde todo nace, crece, se deteriora y muere (personas, animales, plantas, objetos, etc.) los cristales, a menos que se nos rompan, no se ven afectados por el tiempo, no enferman, no envejecen y no se mueren; ese cuarzo que tanto te gusta, pasará generación tras generación de tus manos a las manos de los nietos de tus nietos, igual de bello, igual de transparente y poderoso. Pura luz cristalizada.

Ellos, los cristales, contienen, como el agua, la memoria de este maravilloso planeta. Nos ayudan, cuando interactuamos con ellos, a expandir nuestra consciencia, a calmar nuestras emociones, a sanar nuestras heridas sentimentales desde que el primer hombre o la ARTICULO CRISTALES DE SANACION EL REGALO DEL REINO MINERALprimera mujer que tomó un mineral especial en sus manos y se maravilló, lo llevó consigo, lo atesoró como un regalo de la naturaleza de la tierra o del cielo… ¿de dónde procedería, de las entrañas de la tierra o había caído del cielo como un regalo de los dioses?. Y así seguramente empezaría la fascinación de la magia cristalina.

Después, los llamados hombres y mujeres medicina de todos los tiempos y geografías, sin conocerse entre sí, en lugares tan distantes como Australia, África, Tibet, América del Sur, Centro y Norte, Hawai, Japón… los utilizarían para recuperar la salud, superar la tristeza, fortalecer la visión, comunicarse con su alma o sus antepasados y para tantas y tantas cuestiones de la vida diaria y de la vida extraordinaria que su legado se abrió paso hasta nuestros días, y de esta manera nos siguen ofreciendo su sabiduría, su vibración amorosa y equilibradora.

Podemos llamarlos minerales, podemos llamarles piedras o cristales, pero para toda persona a los que estos seres del llamado Reino Mineral envían su brillante destello, no importa cómo se les denomine pues sabemos de manera natural de que estamos hablando, como si en sí mismos entregaran un código de entendimiento que está más allá de la razón o de las palabras, sólo hay que sostenerlos entre nuestras manos para sentir su valor, su preciosidad.

Esta compañía me acompaña desde muy pequeña.
He dedicado toda mi vida a sentirlos, a aprender a descifrar sus mensajes, a escuchar en muchos países a los especialistas en su sabiduría, hombres y mujeres sencillos, chamanes, sanadores, curanderas, eruditos, gemólogos, geólogos, mineros, comerciantes, estudiantes y expertos en éste reino cuya sabiduría no tiene fin, y de ellos y con ellos construí mi vida, sigo aprendiendo y transmitiendo en cada uno de mis libros, de mis cursos y talleres todo lo que sé, todo lo que ellos me recuerdan en el lenguaje de los sentimientos, que es una sabiduría infinita, un aprendizaje luminoso, alegre y optimista en estos tiempos especiales donde todo y todos parecemos estar afectados por la aceleración, por el desconcierto y la abundancia de saturación, ellos, los cristales de sanación, siguen su ritmo constante resonando con nuestro latido y con el latido de nuestra madre Tierra, invitándonos a confiar, a seguir avanzando en el único camino verdadero: el de nuestro propio corazón, nuestro cristal más transparente y valioso.

CRISTALES DE SANACIÓN, EL REGALO DEL REINO MINERAL
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©®Nina Llinares
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