NUESTRO PASADO CELTA. DRUIDAS Y DRUIDESA
La época celta duro muchísimo más tiempo del que la historia escrita pueda registrar.
El mundo celta es el reino de la Diosa, la época de mayor esplendor del matriarcado, pues mucho antes que los Druidas, existieron las Druidesas.
Al ser tan extensa esta etapa de la humanidad, podemos afirmar con toda seguridad que todas las mujeres que hoy en día, en la Era de la Luz, transitamos el camino espiritual, fuimos celtas.
El legado de la Atlántida se extendió a varios continentes y en Europa marca 3 núcleos principales: las costas de Gran Bretaña, Normandia y Celtiberia (Galicia, Asturias, etc.)
En lo que ahora llamamos Inglaterra, con el tiempo, se establece el Sacerdocio Celta en sus dos vertientes; la femenina y la masculina o lo que es lo mismo, los Druidas (Sacerdotes Celtas) y las Druidesas (Sacerdotisas Celtas).
Tanto los Druidas como las Druidesas, sabían que trasmitir el legado del Poder espiritual profanado y tecnificado en la Atlántida, tenía que ser purificado y transmitido según las leyes de la naturaleza en comunión y respeto total por la misma, y es por este principal motivo por el que sus templos más sagrados eran los bosques, los árboles, las cuevas naturales, los enclaves de saltos de agua, manantiales…
La historia nos cuenta entre mitos, leyendas y realidades, hechos acontecidos desde el siglo 400 antes de Cristo, sin embargo, para esa fecha, el matriarcado había perdido ya gran parte de su poder y el legado de historiadores griegos y romanos es totalmente patriarcal.
Después todo se empeoro todavía más con la llegada del dominio católico.
Mientras la sociedad celta fue matriarcal, se vivió una etapa de paz ya que los pueblos celtas vivían según las reglas que marca la femenina y poderosa naturaleza: sus ciclos eran celebrados en cada estación, y las personas llevaban una vida sencilla de celebración de la vida de acuerdo a los rituales de nacimientos, muerte, siembras, cosechas, cambios de estaciones, enlaces, etc.
El pueblo celta sabía que no se podía vivir solo de forma material, y que cada persona tenía que dedicar parte de su vida y parte de su día a la búsqueda interior a través del respeto hacia la madre naturaleza.
Esta dimensión espiritual, sencilla y cotidiana, se perdió con la llegada e imposición de ideas sometedoras y limitadoras basadas en la culpa-castigo-redención-liberación a través del sufrimiento. El miedo, la ignorancia, el dolor, la perdida de la libertad y alegría que todo opresor impone en una conquista injusta, patriarcal y machista, hizo que la mujer celta dejara de brillar, dejara de ser completa en sí misma y pasara a ser una tentadora, pecadora y adoradora del diablo.
Sin embargo, la iglesia católica, adaptó muchas de las costumbres celtas dado su comprobada aceptación, poder o popularidad como veremos seguidamente.
Los celtas sabían que la vida material no podía separase de la vida espiritual, y cada hombre y mujer aprendían desde pequeños a vivir en armonía con la Naturaleza.
Según las inquietudes, cualidades o dones de cada persona, establecía un vínculo más estrecho y afín con uno de los 5 Elementos, y de esta manera cada hombre y mujer, desde temprana edad se “especializaba” en la sabiduría de dicho elemento y sus dones y cualidades.
Cada persona interactuaba con las cualidades del elemento de la naturaleza por quien y con quien sentía más afinidad, y en este sentido se especializaban en los poderes del Agua, del Fuego, del Aire, de la Tierra y del Éter.
La enseñanza de los antepasados se transmitía de viva voz y su escritura era muy natural y creativa; se utilizaba el alfabeto Oghamico donde cada letra era representada por la hoja de un árbol, hojas que se iban juntando para formar palabras, frases, y así, por ejemplo, escribían sus poesías los Bardos (hombre sabio celta que dedicaba su vida al arte del canto, la música y la recitación).
Este hecho sigue vigente en nuestros días pues todavía llamamos hojas a las páginas de los libros que leemos.
Las mujeres, desde niñas, eran conscientes de su poder y vínculo con las siembras, cosechas, el agua, el aire, el fuego, las aves y demás animales, y ya en la adolescencia, su libertad sexual para sentir amor y placer, formar una familia o no y tener hijos sin necesidad de casarse. Se creía que los hijos venían porque la Diosa así lo decidía dentro de cada mujer, y los engendraba estando en la tierra, en el agua o bajo las estrellas cuando el hombre depositaba su semilla en el interior de su amada.
Si el amor se acababa en una relación, era la mujer quien se quedaba con sus hijos. No había tabúes ni prejuicios y cuando un hombre amaba a una mujer; la aceptaba a ella y a sus hijos, a los cuales cuidaba y quería como propios. Este hecho era muy natural y se le llamaba Covada, es decir, amar y cuidar a las criaturas de la mujer amada. Los hijos seguían una línea matrilineal y se creía que la mujer era preñada por la naturaleza esplendorosa.
El sexo era una cuestión de celebración, amor y unión, pero no de compromiso si se acababa el amor. No había culpa, no había pecado y no había condena.
Los celtas siempre supieron que las mujeres eran las herederas e intermediarias de las Entidades de Luz y de la Energía Espiritual tanto del cielo como de la Tierra, pues la vida y este planeta son femeninos.
Era natural que las mujeres supieran leer el destino en las conchas, en las raíces de algunos árboles, en el agua, en los cristales y piedras. Era natural a su naturaleza, que se comunicaran con los Elementales del Fuego, de la Tierra, del Aire y del Agua. Y cuando alguna de ellas se reconocía tocada por la Luz de la Diosa, dedicaba su vida al sacerdocio sagrado de la Diosa. Y algunas se convertían en Druidesas, sacerdotisas sabias de la Diosa.
LAS DRUIDESAS
El lugar telúrico más poderoso para las mujeres Druidesas era Avalon, -junto con Moona y con Iona- y dedicaban su vida a honrar los ciclos de las estaciones, las cosechas, el ganado, los nacimientos, las muertes, las celebraciones…y aunque esta era una sociedad pacifica, reconocían que la fuerza y energía masculina aunque necesaria y complementaria, era diferente, y que los hombres que querían servir a la Diosa, tenían que aprender cosas diferentes.
El punto telúrico más poderoso para los Druidas eran: Anglesey en Gales, Iona en Escocia y Oxford en Inglaterra.
Los Druidas eran los instructores de los nobles y del pueblo, eran magos y sabios, eran valientes y feroces guerreros que sabían defender su tierra ante posibles invasiones extranjeras.
La sociedad celta era una sociedad pacifica porque sostenían el principio de “vive y deja vivir”, y eran conscientes de que la verdad estaba repartida en cada persona, y que cada pueblo, cada cultura, podía tener la suya propia, puesto que nadie puede poseer la verdad absoluta. Amaban y respetaban a la naturaleza, a los niños, a los ancianos, a los artistas, a los poetas, músicos… sabían escuchar y sabían celebrar la vida.
Sus templos, sus santuarios y sus celebraciones eran llevadas a cabo en la misma naturaleza, y algunos de sus rituales fueron copiados incluso por la iglesia católica, como por ejemplo el ritual de celebrar la misa de los domingos sobre un altar bendiciendo el pan y el vino, dando la común unión para celebrar en comunidad, la paz, la fraternidad, las buenas relaciones y la prosperidad. Panes redondos, circulares, como la luna, el sol y la tierra, como circulares son los ciclos de la vida.
Tanto los romanos como la iglesia católica, totalmente patriarcal, se encargaron de eclipsar el poder de la Diosa y con ella el de las mujeres; la Sacerdotisa, Maga, Mujer Sabia y versada en hierbas y oráculos, pasó a ser una bruja digna de cualquier hoguera. El resultado de este oscurecimiento del poder femenino todavía se sigue viendo y sintiéndose a nuestro alrededor en nuestras propias vidas, en mayor o menor medida en algunas sociedades y culturas.
Evidentemente, al ser destruido todo registro o recuerdo del matriarcado, apenas se sabe nada sobre las Druidesas, ya que tanto para el imperio romano como para la iglesia católica, la familia patriarcal era el núcleo político básico de la sociedad-estado donde el hombre era el cabeza de familia, y la mujer su servidora fiel cuyo cometido principal era darle hijos al esposo y al estado, y así aumentar tanto el imperio como los feligreses de los dos poderes que casi han destruido esta sociedad, esta realidad y este mundo: la religión y el ejército de las conquistas devastadoras.
Pero lo femenino no murió ni pudo ser destruido; solo paso a un segundo plano para de nuevo sacar su Luz en estos tiempos finales en la Era de la Luz.
Los Druidas sabían que esto podía suceder como posibilidad de destino, y sabían también que el poder de la Diosa resurgiría.
Nunca hubo rivalidad entre Druidas y Druidesas: los Druidas vivían más hacia el exterior, masculino, material… las Druidesas vivían más hacia el interior, hacia los mundos paralelos, y la mayoría de ellas pasaron la línea del tiempo lineal de la Tercera Dimensión para ubicarse en la cuarta dimensión de conciencia –realidad de Avalon, la Isla Bendita, la Isla de las Mujeres, El país de la Eternidad, el Anam Cara de los celtas antiguos-, desde donde siguen instruyéndonos a cada una de nosotras cuando, en estado meditativo expandimos la consciencia y establecemos contacto con esta realidad paralela.
Toda mi vida he luchado contra el patriarcado sin saberlo, siempre me atrae la cultura celta y creo en el poder de la naturaleza los arboles las piedras etc… hasta hace poco empeze a ser concientee de todo esto, y aunq nadie me enseño estos saberes los busco y espero transmitirlos a mis hijos bendecida soy con una niña y un niño. Romper con el patriarcado en mi generacion